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jueves, 28 de abril de 2016

Ecuador: Cuando el dolor de tributar es más fuerte que el de solidarizarse

Orlando Pérez* - Nadie puede dudar de que en estos años de Revolución Ciudadana a los grandes empresarios, banqueros y comerciantes les ha ido muy bien, por múltiples razones, motivo por el que un sector de la izquierda purista dice que no se ha hecho la revolución, ni se ha tocado la esencia del capitalismo, ni nos acercamos al socialismo. Y a pesar de ello, algunos de esos empresarios financian campañas para decir que en Ecuador hay totalitarismo, se impide la libertad de empresa y no hay condiciones para hacer negocios.
¿Qué habría pasado en estos años si hubiese de verdad existido un Estado totalitario, incautador, acaparador, y todos esos negocios se hubieran sometido a impuestos onerosos, expropiaciones, nacionalizaciones u otro tipo de medidas de corte “comunista”? ¡Cuánta plata habría recaudado el fisco! La bonanza petrolera a la que apelan para denostar del Estado también les benefició, sin duda alguna. La diferencia -ya se sabe- es que esta vez no todo fue a parar solamente a sus arcas. Precisamente, porque de esas arcas sacaban unos centavos o unas migajas para la caridad y la beneficencia. Y así limpiaban sus culpas (sobre todo por aquello de que “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios”).
De las ganancias extraordinarias destinaban un 0,001% para una “obrita” de caridad por aquí y una donación por allá, cumpliendo así con su supuesta “responsabilidad social”. Claro, para ello tenían unos diputados y unos gobernantes que les concedían exenciones tributarias por cada “donación” y por ese conjunto de caritativas contribuciones que hacían para los pobres. ¿Ya nos hemos olvidado de que por arreglar un parque los alcaldes les concedían prebendas municipales? Y encima ponían un enorme letrero con el nombre de la empresa responsable de su mantenimiento.
Por supuesto, ese parque o plazoleta no quedaba en ningún barrio pobre sino en una zona vistosa para que todo el mundo admirase el rótulo y dijera: “Qué generosidad la de fulano de tal” (casi como lo que quiere hacer un alcalde azul cardenillo con nuestra capital). Y los especialistas y/o economistas saben que ese modo de ejercer la política económica desde el sector privado, bajo el amparo de un Estado liberal/conservador, permite concentrar y reproducir el capital. Así es como se disfraza esa concentración, enriquecimiento y reproducción de un modelo sustentado filosóficamente en un judeo-cristianismo de la peor calaña.
El auténtico catolicismo es justamente el que esos empresarios y banqueros no practican porque ni sus “donaciones” son anónimas, sin buscar reconocimiento, ni mucho menos buscan redistribuir la riqueza y con ello dar al prójimo lo que le quitan. Y ojo que aquí no hablamos de filantropía, que es un concepto (amor al ser humano, sin vincular intereses o reconocimiento público o propagandístico) muy distinto al de la caridad y al de la beneficencia. El filántropo, de hecho, dona, regala o entrega parte de su propio patrimonio, no de lo que le sobra, incluso está dispuesto a perder algo de su bienestar por dar a otros.
Tras el sismo de 7.8 grados, con sus mortales y fatales consecuencias en todo el país, en particular para quienes habitan en las zonas del desastre, se han desnudado nuevamente los caritativos y los que ejercen la supuesta beneficencia. Cuando son ellos los que aparecen en la foto, abrazan a las víctimas y “donan” una parte ínfima de sus ganancias todo está bien, pero cuando el Estado interviene y pide una colaboración temporal y mínima para que la solidaridad sea efectiva para todos y entre todos, entonces desaparece la cara de ternura de sus rostros y recurren al perverso sentimentalismo liberal conservador.
Y en estos momentos utilizan los más bajos argumentos (con el acompañamiento de un sector de la clase media) para apuntalar un criterio bastante tacaño y por demás insolente: más impuestos empobrecen a todos. Yo diría que en esa medida económica planteada por el Gobierno, el miércoles pasado, el presidente de la República se quedó corto porque esas cuatro mil personas y pico que poseen más de un millón de dólares aportarán relativamente poco frente a la magnitud de la tragedia y de las necesidades. Entonces, ¿por qué no incluir a quienes tienen desde 500 mil dólares? Lo de fondo es otra cosa: en tiempos de banalidad, exhibicionismo, farandulería y un sinnúmero de falsas virtudes en el sector conservador de derechas e izquierdas, la imposición de medidas económicas los revela en cuerpo y alma. Ni siquiera políticamente porque ya sabemos qué quieren.
¿Acaso no pasó con Argentina? ¿No tenemos ahí un espejo para evidenciar cómo se comporta la derecha multicolor, supuestamente humanista y democrática apenas le dan el mando de un Estado? ¿No tenemos por acá a un alcalde que a través de la gestión municipal ha beneficiado a los grupos empresariales, bajo el paraguas de la concesión, la tercerización y un sinfín de figuras, como las fundaciones, mientras los problemas estructurales de su ciudad son intocados?
Si quieren de verdad seguir “donando” hay que revisar qué parte de esos aportes son producto de lo que les sobra tras mandar la plata a paraísos fiscales, pues los ‘Panamá Papers’ se han quedado en letra muerta en Ecuador. En realidad las crisis, del tipo que sean, muestran a la sociedad, a sus grupos de poder y de interés económico. Y al exhibirse también nos muestran hasta dónde son capaces de violentar el humanismo del que hacen gala sin vergüenza alguna.

*Director del diario El Telégrafo, Ecuador.

domingo, 24 de abril de 2016

Ciudadanía democrática vs modelo neoliberal

Roberto Caballero* - Una angustiosa sensación de desconcierto se despliega como mancha de aceite sobre el ánimo colectivo después de cuatro meses de gobierno neoliberal. La revolución de la alegría prometida por el macrismo se ha revelado como una enorme fábrica de desazón e incertidumbre social.

No hay un solo índice que refleje un cambio en sentido positivo: crece la inflación, la desconfianza de los consumidores, la queja de los comerciantes, el pesimismo de los dueños de las pymes, la recesión, la desocupación, el precio de las tarifas, el endeudamiento del país, la quiebra de la economías regionales y, sobre todo, la certeza de que asistimos a un fabuloso retroceso en materia de derechos conquistados en los últimos años. El escenario de ganancias y pérdidas cierra con el encendido elogio que el buitre Paul Singer (“Macri es el campeón de las reformas económicas”) prodigó al presidente un día antes de embolsar los 2280 mil millones de dólares que el gobierno les garantizó a él y sus socios. Dime quién te halaga y te diré a quién o a quiénes alegran tus políticas y a quiénes producen tristeza.
Singer no miente. Da testimonio de su algarabía. Nos hace un gran favor, también: evita largas discusiones sobre cuáles son los verdaderos beneficiarios del modelo macrista con sus votantes y nos recuerda, por oposición, que la principal enemiga de Singer, desde diciembre pasado, ya no ocupa Balcarce 50. Son los dueños del poder y del dinero reales los que hoy gobiernan la Argentina oficial con su utopía de un país para pocos donde haya incluidos y excluidos permanentes, desocupación de dos dígitos para lograr inflación de un dígito, salarios bajos y flexibilización laboral para atraer inversiones y apertura de importaciones con endeudamiento para destrozar el círculo virtuoso del mercado y el consumo internos.
En este contexto tortuoso, tras cuatro meses de prudente silencio, volvió CFK del sur. Y produjo la primera reacción política opositora en serio, de envergadura, en medio del consenso fabricado por la casta política oficial y paraoficial, y la comunicación concentrada justificadora del ajuste. Fue un soplo de aire fresco ante lo nauseabundo, un quiebre al clima pactista postkirchnerista alentado desde la Casa de Gobierno, con apoyo del Foro de la Convergencia Empresarial, la AEA, la AmCham y el Departamento de Estado.
Quizá CFK no dijo todo lo que debía decir. Tal vez dijo simplemente lo indispensable. Denunció las políticas excluyentes y antidemocráticas, enmarcó lo que ocurre en una situación geopolítica regional, apuntó contra el Partido Judicial y su amañada persecución y trazó una línea de recomposición del movimiento popular que revela un cambio de estrategia: la organización de la resistencia a las políticas de ajuste hacia la constitución de un nuevo Frente Ciudadano que se haga cargo de la crisis de representación de partidos y dirigentes que defraudaron la expectativa social para sumarse al proyecto macrista y sus consecuencias.
El gobierno sintió el impacto. Su paquete de medidas sociales y el acto en la Ballena Azul del CCK con el gurú de la felicidad Daniel Cerezo fue una respuesta a la vuelta de CFK al ruedo y a la idea generalizada de que Macri gobierna para los ricos, principal crítica que surge de los focus groups que encarga Jaime Duran Barba, atento a la baja de 9 puntos en la imagen presidencial. Pero, sobre todo, la conmoción del retorno de la jefa del kirchnerismo se sintió en el massismo, porque desnudó la limitación de un espacio que creció haciendo antikirchnerismo y en los últimos meses terminó licuándose embarulladamente en las estrategias oficiales, desdibujándose en el papel presuntamente opositor que le asignó buena parte de sus votantes.
La recorrida de Alberto Fernández por los canales de TV haciendo oposición tardía al ajuste y criticando a Macri por los Panama Papers llamó la atención de algunos pero fue desnudada en su oportunismo por Facundo Moyano, quien salió a manifestarse molesto, no tanto con Macri y sus políticas de destrucción de empleo y producción y su intento de veto a la ley antidespidos, sino contra la propia CFK porque su reaparición volvía a “dividir al peronismo”. Lo que queda claro, en verdad, es que un sector del “peronismo” venía configurándose como pata alternativa comprensiva del macrismo, votándole leyes clave y haciéndole pucheros con otras menores esperando el recambio, y la contundente vuelta de CFK rodeada de multitudes, diputados, intendentes, senadores, artistas e intelectuales, científicos, dejó en evidencia su sintonía fina con el oficialismo. Sobre todo al sector del FPV que se entregó a los deseos de Macri y Singer, pero también al massismo que imaginaba confluir con ellos en un dispositivo que sepultara al kirchnerismo político, balbuceando un falsa oposición, un macrismo blue, subsidiario del gobierno.
Frente a eso, conviene volver a analizar el planteo de CFK, que no se jubiló en Calafate como esperaban, sino que desafió el acoso judicial y gubernamental retornando al centro de la escena con una propuesta superadora del binarismo kirchnerismo/antikirchnerismo que ordena el mapa político actual.
CFK volvió y habló de ciudadanía, categoría casi ausente en la narrativa política vigente. El sociólogo inglés Thomas Marshall definió al ciudadano como aquel miembro pleno de una sociedad de iguales, sin que importe su clase social. Y dividió a la ciudadanía en: a) legal, compuesta por las leyes que lo amparan civilmente, b) política, que comprende el ejercicio de los derechos políticos, activos y pasivos, y c) sociales, que implica tener acceso a la salud, seguridad, educación, trabajo y vivienda dignos, que comprende la protección de contingencias como desempleo, enfermedad o vejez.
Es de una obviedad que enceguece decir que las recetas neoliberales en países periféricos como el nuestro, lejos de garantizar estos derechos, los ponen en riesgo o directamente los desconocen. CFK está postulando un nuevo nivel de representación que incluya a los agredidos por el modelo, que no son sólo los kirchneristas, ni los militantes tiempo completo. La categoría ciudadanos es mucho más abarcativa e invisible. Entender esto es el camino más corto del kirchnerismo para salir del núcleo duro donde el macrismo quiere recluirlo y volver a expresar aquellas mayorías que le dieron no hace mucho el 54 por ciento.
También CFK habló de libertad para todos: libertad para ejercer esos mismos derechos políticos, económicos y sociales que son impedidos por gobiernos regresivos como el actual, que sólo pretenden garantizar la libertad de mercados y corporaciones que terminan conculcando la de los individuos. Y libertad, también, para ser opositores al neoliberalismo y sus secuelas, es decir, ciudadanos con plena conciencia de sus derechos democráticos, de la manera que cada uno decida serlo en el ámbito que le tocó ser agredido. El trabajador, el comerciante, el empresario pyme, el empresario de mayor porte que apoyaba un país industrial, el artista, el intelectual, el docente, el estudiante, cada uno de los que deberá preguntarse si estaba mejor antes o ahora, y en función de la repuesta buscar confluir con otros que atraviesen una experiencia vital parecida, que no son ni serán pocos.
¿Es de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba este proceso? Teniendo en cuenta que el kirchnerismo, principal espacio opositor al neoliberalismo que lo está planteando desde una capacidad de movilización callejera capaz de llenar dos Plazas de Mayo en horario laboral y bajo una lluvia pertinaz, no gobierna ni tiene resortes estatales que empujen esta evolución desde las alturas, la respuesta es una: desde abajo y de manera transversal, generando un amplio movimiento ciudadano que marque la agenda de la vuelta a políticas de inclusión y soberanía con una impronta más horizontal, diversa y plural.
Volver es una idea. Para que no sea simple añoranza, ni testimonialismo nostálgico, ni letanía del desplazado, había que agregarle futuro. Eso mismo fue lo que hizo CFK durante la semana que pasó en Capital Federal.

* periodista argentino, ex director de la revista Veintitrés y del diario Tiempo Argentino. Conduce la segunda mañana de Radio Nacional.

martes, 5 de abril de 2016

En la tierra de Francisco, el neoliberalismo es Pro

Eduardo Di Cola* - La caída del comunismo soviético, acompañada por el discurso del fin de la historia, alentó al neoliberalismo. Supo cabalgar la oportunidad, promover la globalización financiera y potenciar la especulación usuraria, de manera tal que generó la más abusiva transferencia de riqueza de los países pobres en beneficio del primer mundo desarrollado.
Transferencia de recursos que continúa siendo tan fenomenal, que países del “primer mundo” se trasformaron en periferia en su propio continente, como es el caso de Portugal y Grecia. En un puñado de años se convirtieron en el patio trasero de la Europa germanófila.
Las crisis económicas y de los refugiados, el resurgimiento de los nacionalismos independentistas y de los partidos de extrema derecha neonazis, la indigencia y el empobrecimiento de las clases medias y la pobreza son las consecuencias directas de este modelo económico expulsivo.
Desde la caída del muro de Berlín en solo una oportunidad los principales países del mundo decidieron ponerle un límite a la usura internacional, proceso que fue guiado por nuestro país luego del default más grande conocido hasta ese momento, y que permitió que se comprendiera la irracionalidad del desbocado sistema financiero usurero y lo justo de nuestro reclamo.
En este litigio, recibimos el respaldo de la ONU y 136 países. Solo cinco acompañaron con su voto negativo a los Estados Unidos.
Con la misma sintonía, Argentina vuelve a ocupar un casillero importante en el tablero de la disputa internacional contra el descontrolado movimiento de capitales especulativo. Ya no por su decisión. Podrá atribuírselo a un capricho de la historia, a una casualidad, pero lo cierto es que un hombre de nuestra tierra se transforma en la palabra más influyente del mundo contra este sistema, con una prédica cargada de gestos y actitudes que muestran los peligros a los que la humanidad está siendo sometida por el neoliberalismo. Sin dudas, la voz de Francisco es la más potente y prestigiosa que confronta a la usura internacional desde la finalización de la guerra fría.
Es en este contexto internacional que Macri resulta electo presidente, y es en este escenario en que le toca actuar. Sin resignar su base ideológica, podría haber asumido la defensa de los intereses nacionales de muchas maneras. Pero decidió concretar una alianza con los poderes más concentrados que sostienen lo peor del neoliberalismo a nivel global.
De repente, esos poderes con los que nos enfrentamos en defensa propia, se encontraron con un doble regalo. Por un lado, reciben la rendición del mismo país que les había doblado el brazo acompañado por la solidaridad internacional de la ONU, OEA, G77 + China, la totalidad de los países de África y de América Latina, incluidos los anglófonos del Caribe, India, Rusia. Y por el otro, además, el gobierno del país del Papa les obsequia el mismo discurso con que la usura internacional está llevando adelante en el mundo su intento de deslegitimar la predica de Francisco.
El Presidente Macri, sectores importantes del PRO y una parte de sus aliados, han decidido convertirse en el emergente de la ofensiva que a nivel global estos sectores instrumentan contra el Papa. Resulta para ellos una inestimable colaboración que su discurso y fundamentos germinen en las tierras de Jorge Bergoglio.

* ex Diputado Nación - Presidente de Perspectiva Sur