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lunes, 29 de febrero de 2016

El kirchnerismo como hecho maldito del país neoliberal

Hernán Brienza* - En estos poco menos de tres meses, los poderes históricamente establecidos en la Argentina –los grupos económicos, los principales medios de comunicación, dirigentes políticos- han celebrado la decisión del macrismo de llevar adelante un segundo proceso de reorganización nacional. Más allá de las obvias diferencias con las etapas de 1852-1862 y 1976-1983, los anteriores procesos tenían una característica particular semejante con el de hoy: deseaban estructurar un país determinado, erradicando aquel elemento disfuncional respecto de los intereses de los grupos victoriosos en materia político-militar. El rosismo fue el hecho maldito del país agro-exportador, el peronismo fue el hecho maldito del país burgués –como diría John William Cooke-  el kirchnerismo, ahora, es el hecho maldito del país neoliberal.
Qué quiere significar ser un “hecho maldito”. Significa, obviamente, ser lo maldecido; pero también significa ser aquello que si bien no puede quebrar la hegemonía del país en el cual está inserto y lo combate, irrumpe modificando lógicas y matrices de relaciones de producción económicas, políticas y culturales al interior de esos esquemas.
 Vayamos por partes..
El rosismo, contrariamente a lo que muchos creen, no fue contradictorio con el modelo de acumulación del modelo agro-exportador  inmediatamente posterior a su caída. En muchas cuestiones, incluso, fue su precursor. Sin embargo, las formas en que Juan Manuel de Rosa articulaba las representaciones políticas y sociales, las alianzas con los sectores populares, con las provincias –más allá de su centralismo porteño- su americanismo, el desafío a las potencias extranjeras como Gran Bretaña, Francia y Brasil, las maneras en que dialogaba imperativamente con los sectores “decentes” de la sociedad del siglo XIX, lo convertían en la dislocación del orden dominante liberal conservador emplazado por los unitarios. El federalismo rosista debía desaparecer de la historia. Y a eso se dedicaron, después de Caseros, los vencedores de esa batalla. Al proceso que llevaron adelante, primero el ambivalente Justo José de Urquiza y luego el inefable Bartolomé Mitre, se lo conoció, no sin cierta presunción desmesurada, como la Organización Nacional.
Con el peronismo intentaron hacer lo mismo, primero la Revolución Libertadora y luego la Dictadura Militar iniciada en 1976. Borrar del mapa aquello que hacía inmanejable el camino de la industrialización en la Argentina. Inmanejable, por la sencilla razón que el poder otorgado a los sectores del trabajo plebeyizaba las formas de producción del capitalismo industrial. Reorganizar el país, para los jerarcas de la dictadura no era otra cosa que llevar al país a un estadío anterior al de la emergencia y aparición del Peronismo. El peronismo, como el rosismo, no rompe la lógica del juego, pero las trastoca, las interviene, la redistribuye, las subleva y las pone en riesgo para los sectores dominantes tradicionales.
Lo mismo ocurrió con el kirchnerismo entre el 2008 y el 2015. No pudo quebrar la hegemonía del neoliberalismo en la Argentina instalado fuertemente en la década del noventa, pero sí poner en discusión las formas de intervención del Estado, la redistribución del ingreso, los roles en la toma de grandes decisiones en materia política y económica. Incluso con los cambios de “amigos” puso en cuestionamiento al “capitalismo de amigos” existente en el país aún hoy. El macrismo, como el propio Marcos Peña lo dijo, es un nuevo proceso de Organización Nacional. La frase está perfectamente utilizada por el Jefe de Gabinete, porque no dialoga sólo con la dictadura militar, en términos de dictadura o tiranía, sino fundamentalmente en la reconstrucción de los poderes reales en el mapa de dominio histórico.
Es por esa razón que Cristina Fernández de Kirchner debe ser deslegitimada en Tribunales, por la misma razón que se invita a cierto sector del Justicialismo a abjurar de su pasado reciente convidándolo a retomar a la racionalidad pragmática –Sergio Massa, por ejemplo, como principal “Opositor de Su Majestad”-, o a los dirigentes sindicales a que entren en “razones” en las paritarias. Por esa misma razón se convida a los periodistas del “Régimen Depuesto” a “arrepentirse,  a que no pierdan, a indefinirse, y a tanta mierda”. Porque el kirchnerismo, como hecho maldito del país neoliberal es que tienen que desparecer los comunicadores que desafiaron a los poderes reales. En la Argentina de hoy hay espacio para todos aquellos que hagan un Auto de Fe, y como en la Inquisición renuncien a la patología contraída durante la peste kirchnerista.
Un último párrafo merece la comunicación. Hoy, los periodistas militantes, ultrarecontrak´s, oficialistas, están casi todos sin trabajo. Hoy los periodistas opositores al kirchnerismo se compran departamentos en Miami por millones de dólares y/o reciben millonarias pautas publicitarias para hacer propaganda macrista. Pero eso no es visualizado por la sociedad: lo maldito es desafiar lo establecido.
El cierre de Tiempo Argentino es, sin dudas, parte de este proceso, más allá de las barrabasadas, las miserias, y los defalcos de los propios sectores políticos y empresariales del propio espacio kirchnerista. Tiempo Argentino tiene que desaparecer: fue el único diario que investigó de qué manera Héctor Magnetto y el Grupo Clarín se apropiaron de Papel Prensa. Los demás, todos los demás, miraron para otro lado. Tiempo Argentino tiene que desaparecer: fue el hecho maldito de la Argentina que, como dijo alguna vez Elisa Carrió, son Clarín y La Nación.


*  periodista, escritor, politólogo, ensayista e historiador. Actualmente es columnista de opinión de Tiempo Argentino.

martes, 19 de enero de 2016

Son otra cosa

Gustavo Varela* - No son la rancia aristocracia del XIX; no son las fieras fascistas del treinta. Se parecen a los de la Revolución Libertadora (los antiperonistas se parecen, cualquiera sea la filiación política o ideológica). Pero estos de ahora son definitivamente otra cosa. Varias, no una, pero lo que más son es mostrarse y ser eficientes (por eso mismo son patoteros)
En la política son de genealogía corta, de fines de los años setenta y comienzos de los ochenta: finanzas y era digital. O sea, máquinas de producción y resultado. Ni Roca, ni Agustín P. Justo, ni Frondizi. Ni Onganía, ni De la Sota, ni Cobos. Eso es carne vieja. Los de ahora son buitres de carroña actual. No son de derecha: no es ese el rango que los mide. Son otra cosa, neo-empresarios, de bicicleta, aire libre y viernes casual. No tienen país de origen, no les importa la Argentina. Pueden vivir aquí o en cualquier lado.
No son conservadores ni ilustrados. Son gentes a pura eficiencia y con muchos recursos técnicos. No tienen cultura, apenas aquella necesaria para el desplazamiento. En general son iletrados, de bostezo fácil frente a un libro.
Tienen preocupación por las formas, porque es parte del mismo asunto. Formas superficiales, de packaging de felicidad y armonía, de cartel en el subte que dice: Si alguien se siente mal, ayudémoslo. Lo obvio se convierte en slogan. Este marketing de vida sana y comprensión es la exudación de la economía política que sostienen.
Son corporaciones que negocian. Ni fábricas fordistas ni empresa familiar. Estas corporaciones no tienen dueño, los excede. Son más grandes las acciones que la voluntad individual de un dueño. Por eso no importa si es Macri o quién sea. Macri es un muy buen exponente, sí, pero el asunto es más amplio, de inscripción internacional, de lazos más complicados, de intereses cruzados.
Tienen entrenamiento en el exterior, todos bajo el ala de las finanzas; son eficaces, muy eficaces para lo que quieren. Insisto: no son la derecha ni son conservadores. Son neo. Pura demolición a fuerza de anticipación financiera.
Neo, no es ambición sino procedimiento: es la forma de operación sobre los otros. La eficacia no admite caras, ni parentescos, ni pertenencia grupal. Cuando hablan de equipo es porque los vínculos responden a esquemas funcionales. Son cuerpos de abrazo rígido, de compromiso con la tarea y nada de comunión. Es un equipo gélido. Por eso se abrazan como repeliéndose.
La forma de operar sobre los otros es bajo una apariencia (amenaza) de modernización permanente. El Ministerio de modernización es la institucionalización del dominio financiero por encima de cualquier otra razón.
No son humanistas.
No dudan. Retroceden, a veces, pero no dudan. Saben a dónde van y no necesitan que haya alguna mediación (superan en esto a Martínez de Hoz o a Cavallo).
No tienen un proyecto de país. No les importa. Son lo más agudo del capitalismo, su bisturí más impiadoso. No es un nombre. Son otra cosa: una raza política nueva que casi no conocemos".
 
*  (docente, músico, filósofo).

domingo, 27 de diciembre de 2015

Pusilánime

Eduardo Montaña - Hoy, el diario dueño del país a través de su títere sacó en tapa que van a contratar ocho auditorias para ver qué país les dejó la mejor presidenta que tuvo Argentina en siglos a pesar que la Auditoria General de la Nación (AGN) aprobó todo.
Caer en lugares comunes como que no tienen vergüenza, hipócritas, caraduras mentirosos, denostadores profesionales, etc. no tiene sentido.
Obviamente el diario hoy dueño de nuestro país, jamás se le ocurriría hacerle una audiotoría a la ciudad de Buenos Aires, ya que su fiel lameculo Rodríguez Larreta le dio continuidad y ahí nadie pregunta nada, todo es si Mauricio...
La Presidenta de la Nación en el Congreso de la Nación frente a todos los legisladores y con documentación a la vista hizo un resumen de 12 años de gestión con logros, conquistas, mejoras, inclusiones, recuperos, leyes a favor de los que menos tienen, recaudación impositiva récord en siglos, estabilidad económica y social, a pesar de justamente los que hoy están desfalcando las arcas del país. Si la historia la escriben los que ganan quiere decir que hay otra historia. Pero el final de esta historia lo escribiremos nosotros. Y será con un final feliz... imaginátelo!!!

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Macri desconoce la voluntad de la mayoría

Eduardo Di Cola* - Macri, que es el ùnico que al asumir como presidente desde el año 1983 hasta la fecha no ha convocado a sesiones extraordinarias del congreso, se está comportando en contra de la voluntad de la mayoría de los argentinos expresada en las urnas.
El argumento, explícito por parte de algunos e implícito por parte de otros, que está utilizando  el gobierno para avasallar las instituciones y desconocer al parlamento, es la legitimidad que le da haber ganado las elecciones presidenciales. 
Esto es una verdad, pero a medias. Es cierto que Macri es Presidente de todos los argentinos por haber logrado la mayor cantidad de sufragios. Pero no es cierto que haya ganado en el Parlamento. En lo que a los representantes del pueblo se refiere obtuvo una considerable menor cantidad de votos. 
Cabe recordar que la composición del Poder Legislativo queda definida en la primera vuelta de las elecciones, las que fueron ganadas por el Frente para la Victoria. Vale decir que la condición de primera minoría en la Cámara de Diputados y de mayoría absoluta en la Camara de Senadores, no solo está expresada por el triunfo electoral del FpV en elecciones de años anteriores, sino que está ratificada por el resultado alcanzado en octubre pasado.
Avasallar el congreso hoy es vulnerar, atacar, desconocer, violentar la voluntad popular. Es una actitud absoluta y totalmente antidemocrática y debe ser motivo del más enérgico rechazo y repudio.

* Es Abogado. Entre 1983/1987 fue Concejal de la ciudad de Río Cuarto, Presidente del Bloque de Concejales Justicialista. Entre 1991/95 y 1995/99 fue Senador Pcial (2 períodos) Córdoba, Presidente del Bloque de Senadores Peronistas. Entre 1999/2003. Diputado Nacional, Presidente Comisión de Legislación General - Presidente Comisión Especial de Investigación de Fuga de Divisas - Presidente Grupo Parlamentario de Amistad con Rusia. Entre 2003/2009: Presidente del Correo Oficial de la República Argentina. Primer Presidente de la primera empresa recuperada por el Estado en la gestión del Presidente Néstor Kirchner.

viernes, 18 de diciembre de 2015

El sol cae antes de salir

Fabián Solari - El equipo clasificado a la siguiente ronda con chances serias de seguir avanzando. Sin motivos aparentes hay cambios:
sale Aníbal Fernández entra Marcos Peña,
sale Héctor Timerman entra Susana Malcorra,
sale Axel Kicillof entra Alfonso Prat Gay,
sale Julio De Vido y entra Juan José Aranguren,
sale Alicia Kirchner entra Carolina Stanley,
sale Agustín Rossi entra un tal Julio Martínez,
sale Julio Alak entra Germán Garavano,
sale María Cecilia Rodríguez entra Patricia Bullrich,
sale Florencio Randazzo entran Rogelio Frigerio y Guillermo Dietrich,
sale Carlos Tomada entre Jorge Triaca (hijo),
sale Daniel Gollán entra Jorge Lemus,
sale Alberto Sileoni entra Esteban Bullrich,
sale Débora Giorgi entra Francisco Cabrera,
sale Carlos Casamiquela entra Ricardo Buryaile,
sale Enrique Meyer entra Gustavo Santos,
sale Teresa Parodi entra Pablo Avelluto,
sale Ricardo Echegaray entra Alberto Abad,
sale Delfina Rossi entra Carlos Melconian.
El técnico manda a la cancha a Oscar Aguad.
Arranca la siguiente ronda y al minuto ya estamos 0 - 2 con inexplicables goles en contra aplaudidos por el nuevo director técnico Mauricio Macri. En las tribunas nadie aplaude, un sector se manifiesta con fastidio mientras el otro se hace el desentendido.
Argentina, diciembre 2015.

viernes, 11 de diciembre de 2015

La plaza de los ojos que abrazaron a Cristina

Por Fernando Casas* - El árbol está lleno, ya no pueden subir más pibes allí. El techo del colectivo lo mismo, ya no hay lugar ni para una mujer que de abajo pregunta si allí arriba puede... Tampoco aquí abajo, entre todos nosotros, en la plaza misma, en las veredas o en las calles.
¿Cómo debe verse la plaza desde aquellos balcones? Los del Cabildo, con cámaras y cronistas. Desde los de las oficinas, allí donde cuelgan banderas argentinas. O desde el techo del ministerio de Economía, donde también se ven siluetas.
Somos un montón y uno solo. La plaza nos junta, nos contiene, nos une. Con el otro, que es la patria. Eso lo aprendimos de las viejas (las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo). Ellas nos enseñaron en otros tiempos de sueños proscriptos que el "otro soy yo".
Despedir a un líder no era nuestra faena en este ispa de tirar piedras y protestar, siempre putear. Y mucho menos hacer silencio, aplaudir, vivar, cantar, y volver a callarse para oír.
Con el silencio y la atención con que solo las multitudes transpiradas y amuchadas escuchan. Allí estábamos, en puntas de pie para ver hacia adelante, sin poder ver realmente dónde estaba la mujer que hablaba para una plaza repleta.
Entonces fijamos los ojos en la muchedumbre, en las banderas, en el cielo, en los balcones, en el piso, en los ojos de los niños que flamean como banderas en los hombros de los que no llevamos banderas. Nos miramos mientras escuchábamos, para ponerle ojos a esa voz que hablaba para y por cada uno de nosotros.
Escuchamos con voz firme, la enumeración de esta, nuestra larga lucha de tropiezos y esperanzas de estos 12 años. Nos dijo que no aflojemos, que esto no termina acá, que le hubiera gustado entregar el Gobierno en el Congreso, y que nunca vio un presidente cautelar.
Fue irónica y precisa. Reclamó la democratización de la misma justicia que le minó su mandato hasta el último día -o el anteúltimo-. Dijo que debemos aceptar la voluntad popular y pidió que el próximo Gobierno nos cuide al desear "una Argentina sin censuras, sin represión, más libre que nunca".
Bromeó con que no podía hablar mucho porque "a las 12 me quieren convertir en calabaza". No todos escuchamos el comentario abajo, allí en la plaza, donde el clima era de recital, por la sofocación y los tironeos.
Había que hacer fuerza para escuchar, y más atrás, en Avenida de Mayo o las diagonales -tal le contaron al cronista los amigos y colegas que fue encontrando en la desconcentración-, el pueblo se prestaba los auriculares de los teléfonos, los negocios subían el volúmen de la radio y hasta en los puestitos de chori se hacía silencio para escucharla.
A ella, que pasadas las nueve de la noche nos dio ánimo, nos agradeció y se despidió entre fuegos artificiales y papelitos, con la canción de Los Redondos que homenajea a las banderas que nunca debemos bajar ni en la noche más oscura y que termina con un grito infalible: "Este asunto está ahora y para siempre en tus manos nene".
A Cristina le faltó decir que no va a volver ella, que el que va a volver será uno de nosotros, uno de los que estuvimos el 9 de diciembre en la plaza, a la que fuimos a escuchar y despedir a un Presidente, como nunca antes una multitud semejante lo había hecho con un jefe de Estado.
Fue el final, se acabó. Solo había visto una plaza con tantos ojos en llanta y llorosos: fue en la larga noche del funeral de Néstor. Pero esta vez la sensación no fue de pérdida y orfandad. Sino de agradecimiento y de despedida; de agradecimiento y de volver a empezar.
Entender que el final es en donde partí, pero con un final distinto y sobre todo, un umbral desde donde partir mucho más elevado que el pozo del 2003 de donde pudimos salir, sin saber siquiera que había una salida.
El del miércoles fue otro de esos hechos mágicos de esta era. Un montón que son uno solo que se llegan hasta la plaza de Mayo a agradecer y despedir a un Presidente: inédito en la historia de este, nuestro país.
Y estuvimos allí, los niños a los que nos habían soñado algo parecido a esto, los abuelos que nos miman los hijos, con su barba y sus sueños, otra vez, rotos -aunque juntos, todos más enteros-.
Los que nunca entendieron por qué nos emociona la figura de la familia que creemos recuperó esta patria enmendada y apenas en camino de reconstrucción, no lo van a entender siquiera tras la manifestación popular del miércoles.
Nos queda el cantito con que nos fuimos de la cita inolvidable, como pudimos -empujándonos los corazones-, en medio de ese caos que generamos cuando llenamos las plazas: "Oh, vamos a volver... a volver, a volver, vamos a volver".
Firmado, nosotros, los que podemos mirar a los ojos.

* Jefe de la sección Deportes de Diario Registrado. Periodista. Trabajó en radio La Red y Belgrano durante diez años en transmisiones de fútbol. En radio Nacional, Cooperativa, Madres, La Tribu y La Boca, entre otras, produjo y condujo programas de interés cultural y general. Tallerista de radio en la UNLZ y de las Madres. Escribió en varias publicaciones, entre ellas, la revista Un Caño.