Páginas

.

.

domingo, 30 de octubre de 2016

Sin pueblo no hay política, sólo dominación

Por Carlos A. Sortino (*) - La Defensoría Ciudadana de La Plata tiene como ejes centrales el control de los actos del gobierno municipal y la defensa de los platenses ante los habituales abusos de las empresas privadas. A mediados de octubre, de no mediar prórrogas -como ya ocurrió con el plazo de presentación de candidaturas-, los 24 concejales deberán elegir a quienes -como titular y adjunto- llevarán adelante la tarea durante los próximos 4 años.
Nuestra postulación para ese cargo público lleva como objetivo la creación de herramientas institucionales de participación ciudadana en todas las localidades del municipio para el abordaje de las problemáticas sociales, entendiendo en toda su dimensión histórica la recíproca desconfianza acumulada en las relaciones entre representantes y representados y las recurrentes injusticias de la “libertad de Mercado” cuando el Estado se repliega.
Deberemos ser capaces de abordar con energía este conflicto, partiendo de una concepción simple: la confianza se recupera desde el llano. Y el llano es el espacio público en el que representantes y representados se reúnen en pie de igualdad para discutir y tomar decisiones compartidas sobre nuestra calidad de vida individual y colectiva. Esto es lo que llamamos “posición de calle”: un empoderamiento ciudadano que cuenta con las herramientas institucionales necesarias para hacerse efectivo.
Está claro que son los representantes quienes tienen que dar el puntapié inicial, porque son quienes tienen en sus manos el poder político necesario. Pero está claro también que los representados no pueden hacerse los distraídos y seguir comportándose como si ese puntapié inicial no hubiese existido. Y estas conductas son recurrentes: algunos se hacen los distraídos y otros evitan el puntapié inicial. Pero todos saben lo que hacen.
Lo único que no podemos hacer, ni representantes ni representados, es idealizar: cualquier política de participación ciudadana es también un teatro de operaciones, que puede ser ganado por “aparatos” partidarios con el único fin de legitimar o erosionar socialmente al gobierno de turno. Allí reside su debilidad. Para transformar esa debilidad en fortaleza, hay una sola condición: la intervención popular. Sin pueblo, no hay política: sólo dominación. Y precisamente por esto es que el Defensor o Defensora del Pueblo (nacional, provincial, municipal) sólo completará legitimidad y potencia cuando surja de una elección popular. Trabajaremos para eso.

(*) Postulante a la Defensoría Ciudadana de La Plata. Referente de Unidad Socialista para la Victoria.