Al día siguiente, un locutor radial informa: “el servicio de trenes a
City Bell ha sido restablecido después de haber sido levantado el
piquete en la estación Hudson (el locutor pronuncia “jadson”, un
cultismo que revela algún conocimiento del idioma inglés y una absoluta
ignorancia del habla en la zona sur, donde desde siempre se dice
“udson”). Pero el tren del mediodía, sin embargo, desmiente esa
información optimista: la formación se queda en Berazategui y no sigue
hasta City Bell.
En bicicleta, unos veinte minutos separan a Berazategui de “Udson”.
El viaje es por pura curiosidad: para ver si es cierto lo que dijo la
voz institucional del ferrocarril, o si se cumplió lo que anticipó el
empleado de seguridad, o si es verdad lo que informó la radio. Al llegar
a Hudson se ve una bandera que cruza las vías: “Si el tren no para, el
tren no pasa”. Los que están ahí no parecen ser activistas de alguna
agrupación piquetera filo-trotskista. Tampoco se ven militantes con
pecheras de La Cámpora en plena tarea destituyente; la que da la
bienvenida es una vecina del barrio Textil, que ofrece un mate y
presenta a Esteban, “el que mejor sabe explicar lo que nos pasa”. Lo que
les pasa a los vecinos, cuenta Esteban, es que el Ministerio de
Transporte de la Nación decidió eliminar “provisoriamente” del esquema
las estaciones Hudson y Pereyra después de haber anunciado, con bombos y
platillos, la prolongación del recorrido entre Berazategui y City Bell.
Los funcionarios alegan que por esas estaciones circula “poca gente” y
sostienen que, por la relación “costo-beneficio”, no es viable la
construcción de andenes provisorios (como los que están, desde hace más
de un año, en el resto de las estaciones desde Constitución hasta Villa
Elisa) hasta tanto estén listos los definitivos. “Nos quieren borrar del
mapa”, dice una señora antes de nombrar los barrios perjudicados por
esta decisión: Pueblo Nuevo, La Porteña, Sarmiento, San Marcos,
Marítimo, Río Encantado, Bustillo, etc.
Los rumores se propagan rápido en el piquete. Alguien dice que le
contaron que escuchó que un juez ya tenía firmada la orden de desalojo.
La campaña psicológica se completa con la versión conspirativa que
alimentan los funcionarios: acusan a los vecinos de tener “intereses
políticos”. Pero este peligroso foco desestabilizador se inició, en
rigor, con cinco jubilados que se plantaron en la vía para evitar el
paso del primer tren que venía desde City Bell rumbo a Constitución.
Después se sumó el resto. La que habla en voz más alta es Rosita, de 86
años, que se ofende cuando le dicen que es “la primera piquetera”. “No
soy piquetera, soy ciudadana y quiero que respeten mis derechos”,
subraya, y nadie se animaría a contradecirla.
Ariel, de la asamblea de Pereyra, relata la situación de los vecinos
de la estación siguiente, también eliminada del esquema: “nosotros, sin
el ferrocarril, estamos completamente aislados. El colectivo que
pusieron para reemplazar al tren mientras se hacen las obras pasa a 2,5
kilómetros de la estación. En Pereyra hay un colegio religioso
histórico, el María Teresa, donde cursan cientos de chicos que viven en
las estaciones cercanas. Ahora no tienen manera de llegar”. La señora
del mate apunta: “¡Y hasta las monjas nos apoyan!”
Esteban agrega, para que quede claro: “Hasta que el tren pare en
Hudson y Pereyra no nos vamos de acá”. Los cortes son escalonados, por
franjas horarias. Una compañera baja un cambio: “si al menos viéramos
que iniciaran la instalación de los andenes provisorios, que se hacen en
cuatro días, podríamos tener un gesto de buena voluntad y levantar el
corte. Pero antes no, ya nos cansamos de las promesas y las mentiras. Si
levantamos el corte ahora, el tren no va a parar acá nunca más”.
Es hora de irse. La despedida es con un mate. Otra vez en bicicleta
hasta Berazategui y de ahí el tren, que vuelve a Constitución. A los
veinte minutos se escucha una voz en off que informa: “se comunica a los
señores pasajeros que los trenes entre Constitución y City Bell
circulan con normalidad”. Esteban, del foro vecinal de Hudson, ratifica
por whatsapp lo que en circunstancias normales no necesitaría
confirmación, porque el cronista lo vio con sus propios ojos: “Seguimos
acá”. Pero el 99 por ciento de los usuarios del ferrocarril, es decir,
los que no tienen que ir a City Bell ni se encontrarán con el corte en
Hudson, reciben con agrado la noticia de que “los trenes entre
Constitución y City Bell circulan con normalidad”. La fase superior del
Relato M es una versión berreta de la Matrix. La realidad paralela en la
Argentina es la Macrix.
Fuente: Página 12