Por Patricio Da Torre Álvarez* - Mauricio Macri será el nuevo presidente de los argentinos tras 12
años de kirchnerismo y ya dio algunos indicios sobre qué podemos esperar
a partir del 10 de diciembre en cuanto a relaciones exteriores y al
futuro de la integración en America Latina.
Partiendo de que la alianza Cambiemos pertenece a la derecha
corporativista y responde al poder financiero internacional y a la
necesidad del imperialismo yanqui de combatir la multipolaridad de este
sistema post Guerra Fría, podemos entender que el triunfo del ex
presidente de Boca Juniors en el balotaje del 22 de noviembre es el
triunfo del capital.
Se trata del primer triunfo de la derecha argentina en las urnas
desde 1916 con propuestas explícitamente conservadoras y antipopulares,
si es que se consideran propuestas a audios y videos filtrados a los
medios de comunicación de los referentes de la alianza expresando su
total sumisión a la voluntad del mercado. Porque durante la campaña
nadie habló de nada que no fuera alegría, unión y cambio, mensajes
típicos de la frivolización de la política aplicada por los nuevos
representantes del neoliberalismo latinoamericano del siglo XXI.
La dominación neoliberal va a intentar reforzar la pérdida de
hegemonía sufrida durante los últimos 12 años de kirchnerismo y procesos
populares en América Latina en general, intentando profundizar su poder
infraestructural en la sociedad civil. Perú, México, Colombia,
Guatemala, Costa Rica, Honduras, Chile y Paraguay, con la excepción de
que gane Fernando Lugo en las próximas elecciones, son algunos de los
países de la región que reforzarán estas estructuras del capital
neoliberal y se espera que esta nueva Argentina de la 'revolución de la
alegría' se una a ellas.
El Tratado de Asociación Transpacífico (TTP) y el Acuerdo de Comercio
de Servicios (TiSA), son dos maneras de someterse a los Tratados de
Libre Comercio, más allá de los acuerdos bilaterales, que Estados Unidos
propone ahora como alternativa renovada a lo que quiso ser el ALCA en
Latinoamérica. El presidente electo está tomando carrera para caer allí
en cuanto apoye su primer pie en el sillón de Rivadavia.
Mauricio Macri dejó muy en claro que quiere convertirse en un
representante de los intereses de Washington en Latinoamérica. No sólo
desde lo simbólico, festejando la victoria frente a Daniel Scioli con la
mujer del opositor venezolano Leopoldo López en su búnker (habría que
preguntarle al presidente electo qué pensaría del gobernador de la
provincia de Buenos Aires si este desconociera el resultado del balotaje
y llamara al pueblo y a los militares a dar un golpe de Estado, como
hizo el coordinador de Voluntad Popular en Venezuela), sino también
desde lo práctico.
El jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
casualmente alineado con los deseos de la Casa Blanca, anticipó que
invocará la cláusula democrática para suspender al gobierno de Nicolás
Maduro como miembro del Mercosur, porque cree que lo que le pasó a López
es persecución a la oposición. Bien sabe el hijo de Franco que los
demás países que integran el Mercado Común del Sur no lo acompañarán,
por lo que es políticamente inviable, pero también es consciente de la
repercusión que generará su carita figurando con ese reclamo en los
medios internacionales (y locales) manejados por el poder económico
mundial. Quién te dice que no se gane una tapa del New York Times.
No es casualidad que la canciller elegida para manejar los hilos de
la política exterior argentina haya sido Susana Malcorra, quien ocupó
cargos directivos en IBM y TELECOM para luego pasar a trabajar en la
ONU. En Naciones Unidas fue Secretaria General Adjunta del Departamento
de Apoyo a las Actividades sobre el Terreno, desde donde manejó las
llamadas 'Tropas de Paz', responsables, entre otras cosas, de la Misión
de las Naciones Unidas para la Estabilización Democrática en Haití
(Minustah), con la cual se justificó una ocupación extranjera que durará
20 años y que somete aun más al país caribeño a las órdenes del FMI, el
Banco Mundial, el Banco Interamericano del Desarrollo, la Unión Europea
y las multinacionales de alimentos.
Pronto conoceremos qué se esconde detrás de estas declaraciones de
intenciones tan coincidentes con los intereses del gobierno de Barack
Obama y las grandes corporaciones, pero lo más seguro es que esto
responda a la estrategia imperial de restauración de la esfera de
influencia en la región, como parte de la Estrategia de Seguridad de los
Estados Unidos, presentada por Obama en febrero de 2015, donde proclama
su destino de único líder global, y establece los principios y
prioridades de esa hegemonía. Algo así como una actualización de la
Doctrina del Destino Manifiesto, donde los colonos norteamericanos,
fundadores de este imperio que tiene cada vez más sus dominios en
disputa, interpretaron que su gobierno, su constitución, sus
instituciones y sus ciudadanos tienen virtudes que los hacen únicos y
especiales, por lo cual tienen la obligación moral de propagar su forma
de gobierno y su visión del mundo.
Es la derecha histórica de América Latina y del planeta, esta vez un
poco renovada, con la intención de continuar el plan neoliberal,
desarrollado en Argentina desde Martínez de Hoz hasta Cavallo, y con el
aprendizaje de haber sido por más de una década la oposición de
gobiernos soberanos y populares.
* Periodista y productor de radio y
televisión criado entre Argentina, Bolivia y España. Hijo de la crisis
del 2001 y la Guerra del Agua, productor general de Citrica Radio 88.5
FM, integrante del Directorio de la Fundación EFEL-Ciapa y parte del
equipo de Diario Registrado.
Fuente: Diario Registrado