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martes, 10 de enero de 2017

Instantánea de la represión

La policía avanzó con gas picante y realizó detenciones. (Jorge Sánchez, Clarin)
Daniel Devita - Me manda un mensaje un compañero de Entre Rios contándome que estaban desalojando y reprimiendo a los puesteros en Once.
Apuramos la marcha para llegar rápido y la imagen era la fotografía del pasado: gases, tachos prendidos fuego, policía por todos los rincones, escudos y gente protestando (sin paraguas ni corbatas). Entro en la estación por el único acceso habilitado para ir a los baños y en los monitores de los comercios todos los noticieros hablaban del tema con el titular "Evitar Once".
En estos años aprendimos que cuando los medios te piden que te alejes de un lugar es por algo y la realidad es que necesitan que la gente "decente" no pase por ahi para poder reprimir tranquilos.
Volví a la plaza, me puse a charlar con algunos puesteros, pero sobre todo a escuchar las charlas, el análisis del conflicto que hacían. Muchos trabajadores expresando que éste es un gobierno para ricos, otros hablando de la pesada herencia y del dolar (¿?), otros diciendo "basta de política" y se dieron debates muy constructivos.
Tres cosas... Rodrigo, el puestero que se encargo de negociar con la policía expresó claramente que cuando dos derechos como el de circular y el de comer se interponen, siempre el comer es prioridad.
En un momento aparece Osvaldo Bazán y le digo de cerquita.. ¿como anda el ministro del presidente Magnetto, están contentos? Y se fue bien lejos, lejos con sonrisa de Colagte. (muchos de los puesteros denunciaron la persecusion, la mentira y la estigmatizacion de Canal 13 exigiéndoles que se retiren).
Tercero y lo mas penoso, la cuarentona que aparece en el medio de los puesteros inmolándose por el Fuhrer gritando "ustedes no son argentinos, son todos bolivianos, paraguayos y peruanos. Argentinos, despiértense, la calle es nuestra, no de ellos. El problema es que todos ustedes son negros, ninguno argentino, ninguno blanco, vayanse hijos de puta" y aunque me moría de ganas de que alguna mina la fajara, no.... Nadie le hizo nada... y se fue gritando sola. Volvemos al país del orto, el país de Macri.