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viernes, 30 de septiembre de 2016

Anatomía de la nueva derecha brasileña

Por Diego González y Julia Muriel Dominzain*

El Movimiento Brasil Libre fue uno de los grupos encargados de convocar las masivas movilizaciones pro impeachment contra Dilma Rousseff. A menos de un mes de que Michel Temer se convierta en Presidente oficialmente, estos jóvenes de entre 17 y 30 años se animan a apostar a las elecciones municipales del 2 de octubre.
Nacieron en medio de la crisis política brasileña, bregan por un ‘liberalismo a ultranza’ (“Menos Marx, más Mises”) y crearon una “estructura suprapartidaria”. Presentarán más de 40 candidatos mediante 15 partidos. ¿Quiénes son? ¿Qué sueñan? ¿Qué intereses representan? ¿Contra qué pelean?

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Las propuestas del Movimiento Brasil Libre (MBL) quedaron acordadas desde noviembre de 2015, cuando hicieron su primer (y por ahora único) congreso en San Pablo. Se reunieron los cerca de doscientos líderes nacionales e invitaron especialistas en seguridad pública, educación, movilidad urbana. De allí nació la plataforma en la que piden el fin de la función social de la propiedad porque -afirman- “la propiedad privada no puede ser relativizada”.
También proponen la legalización del “home schooling” (educación básica en casa), la reducción de los impuestos a la escuela privada, el fin de la Ley de Incentivo a la Cultura (sancionada en 1991 por Fernando Collor de Mello), simplificar el sistema tributario y que, a largo plazo, todos los bancos sean privatizados. También bregan por la “inserción plena” de la economía brasilera en el mundo y la búsqueda de acuerdos de comercio con las “áreas económicas relevantes, Estados Unidos, la Unión Europea y Asia”. Con todo eso, muchos “memes” y bastante de redes sociales, enfrentarán las elecciones municipales de octubre, que serán un gran termómetro para ver por dónde saldrán los brasileños de la crisis política.
Para rastrear los orígenes del MBL hay que remontarse a noviembre de 2014, cuando convocaron su primera protesta en el contexto del escándalo por la operación anticorrupción conocida como ‘Lava jato’, un proceso que había arrancado a mediados de 2013 y que dejó al descubierto un entramado de plata sucia que une a grandes empresas constructoras, la petrolera estatal Petrobras y casi todo el arco político. El caso prendió en la opinión pública sobre el suelo fértil de las dificultades económicas y una profunda crisis de representatividad. Los medios hablaban constantemente de corrupción y apuntaban contra el PT. Los brasileños respondían saliendo a las calles. Las convocatorias se volvían cada día más masivas y, en medio de este escenario, el MBL se convertía en el organizador del descontento.
La gran paradoja es que, para comienzos de 2013, Brasil parecía estar en la cresta de la ola. Lo habían elegido sede del Mundial de Fútbol y de los Juegos Olímpicos. Según datos del Instituto de Geografía Estadística brasileño, el Producto Bruto Interno (PBI) crecía desde el primer año de gestión de Luiz Inácio Lula da Silva: 5.8 en 2004, 3.2 en 2005, 4 en 2006, 6.1 en 2007, 5.1 en 2008. Salvo una baja en 2009 -producto de la crisis internacional- el país no paraba de crecer. La desigualdad disminuía según el índice de Gini: pasó de 0,58 en 2002 a 0,51 en 2014. Treinta y seis millones de brasileños salían de la pobreza y la revista inglesa The Economist ponía en tapa al milagro brasileño con el título “Brasil despega” y una ilustración del Cristo Redentor levantando vuelo como un cohete.
Pero en 2013 y 2014 el país creció un poco menos (3.0 y 1.0 respectivamente) y las calles estallaron periódicamente. Las primeras movilizaciones, en medio de la Copa de las Confederaciones, fueron convocadas por el Movimiento Passe Livre para frenar un aumento de 10 centavos de dólar del transporte. Las siguientes fueron una catarata y con el correr de los meses fue cambiando la composición social de los que asistían, tanto como las consignas. Las primeras eran por izquierda y pedían más Estado (motorizadas por grupos anarquistas como los black blocs, querían que no se pasara por encima a las favelas para armar la infraestructura del mundial y que el transporte fuera gratis), pero las que vinieron después viraron hacia la derecha. “Intervención militar ya”, “Mi esperanza está en Dios y en los verdaderos militares de derecha”, “Lucho por el fin de la democracia”, “Basta de Paulo Freire”, “Privaticen más”, decían algunos de los carteles.
Con un estado de movilización latente y demandas insatisfechas cruzadas, el 26 de octubre de 2014 Rousseff fue reelecta en un triunfo ajustado por balotaje (obtuvo 51.6 contra el 48.3 del Aécio Neves del Partido de la Social Democracia Brasileña PSDB). Después de su cuarta derrota electoral presidencial consecutiva, la oposición decidió apostar todo al nuevo fenómeno popular: los indignados en las calles cuyos reclamos eran canalizados por los movimientos online. Esa es la historia de Revoltados Online, de Vem Pra Rua y del propio MBL. Las marchas eran cada vez más frecuentes y concurridas: 14 de noviembre, el 6 de diciembre de 2014, el 15 de marzo de, 12 de abril, 16 de agosto de 2015 y el histórico 13 de marzo de este año que, con más de 6 millones de manifestantes en todo el país. Esa, según los organizadores, fue la mayor movilización de la historia de Brasil.

Los nuevos líderes

Para pertenecer al MBL hay que cumplir al menos dos requisitos. La primera es apoyar el proceso de impeachment contra Rousseff y tener un “posicionamiento incisivo” contra el PT. Así lo define Kim Kataguiri, una de las caras más visibles del movimiento. La segunda es asumirse un liberal duro -como ya casi no existe en el mundo-, lo cual supone citar regularmente a Friedrich Hayek y Ludwig von Mises, fundadores de la escuela económica austríaca de la década del ‘70.
“El liberalismo es una filosofía política que defiende la libertad individual, la iniciativa privada y limita la intervención del Estado y de los poderes públicos en la vida social, económica y cultural”. Así lo define Wikipedia. Fernando Holiday, para inseparable de Kataguiri, lo explica así: “El Estado, al ser tan grande, perjudica a los más humildes. Ellos sufren la burocracia y los impuestos en el salario. Si todo ese dinero dejase de pasar por el Estado, sería mucho mejor”. Holiday es precandidato a concejal en San Pablo. Tiene 19 años. Nació en Caracuíba, un municipio en las afueras de la ciudad. Su mamá es empleada de limpieza y su papá, mozo. Es negro y se hizo famoso después de subir a YouTube un video criticando la cuota racial para el ingreso a la universidad que funciona en Brasil. “Me incomodaba ganar algún beneficio por ser negro”, dice. El clip tuvo más de 140 mil visitas, pero algunos dicen que la viralización no fue “natural” y que el joven ya estaba siendo producido por el MBL.
-¿Por qué el negro pobre recibe más beneficios que el blanco pobre?
-Ah! ¡Ya entendí! El gobierno quiere decir que el negro es más burro que el blanco…
Así se preguntaba y se respondía Holiday en el compilado de menos de tres minutos. Tiene una sonrisa infinita y un carisma excepcional. Lo sabe y lo usa. Por YouTube es un fuego. Sobre un escenario, arrasa, se mueve, hipnotiza como un pastor. No es raro en un país que tiene una potente bancada evangélica que cruza casi todos los partidos.
Kataguiri es más reservado. Tiene rasgos orientales y una mirada firme. Estudia economía, saca notas brillantes, escribe en el diario Folha de San Pablo y es uno de los treinta jóvenes más influyentes del mundo según la revista Times. Pareciera que, detrás de la pupila, llevara una calculadora científica, un metro y una lupa para medir cada pregunta. Sus respuestas no son automáticas ni impulsivas ni desbordadas. El joven de veinte años elonga, cruza las piernas arriba del sillón, mira al horizonte, se acaricia la pera y se toma -siempre- unos segundos antes de hablar.
-¿Ustedes son de derecha?
-Acá en Brasil decir “derecha” es complicado. Si el término significara defender el liberalismo económico y social, sí. Pero el discurso hegemónico del gobierno fue durante muchos años el mismo: si uno no apoya al gobierno, es de derecha, y si es de derecha, apoya el gobierno militar. Pero los militares fueron igual de desarrollistas que Lula y Dilma.

La crisis política

El MBL pretende refundar el sistema político. O al menos pararse sobre sus cenizas. Su propuesta innovadora es el liberalismo, algo que -según ellos- nunca existió en el país. No lo fue la dictadura, ni los gobiernos ni las oposiciones desde el retorno a la democracia. El propio Lula señaló durante su mandato la satisfacción que le producía que todos los partidos se ubicaran – al menos desde sus siglas – en la centroizquierda: el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el Partido Social Cristiano (PSC), el Partido de Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), Partido de los Trabajadores (PT), Partido Progresista (PP), Partido Socialista Brasileño (PSB), entre otros. Pero para el MBL ni el golpe de estado que duró 21 años fue liberal.
Lo cierto es que la dictadura brasileña fue larga en comparación con la argentina, uruguaya y chilena y mucho más proteccionista en lo económico. En lo político, había solo dos partidos permitidos: Arena, fiel a los militares y el Movimiento Democrático Brasileiro (MDB), que representaba a la oposición tolerada. Con el retorno de la democracia, el MDB se convirtió en Partido de Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y aunque nunca ganó una elección presidencial directa siempre fue gobierno. Es, de hecho, el partido al cual pertenece Michel Temer, el actual presidente interino brasileño.
Temer llegó a la presidencia después de haber sido dos veces vicepresidente de Rousseff. Su partido encerró al PT con su gran poder territorial sumado a la conquista de posiciones claves en el ejecutivo y el legislativo. Eduardo Cunha -pastor y hombre duro del PMDB- coordinó el impeachment como presidente de la Cámara.
Investigado por varias denuncias de corrupción (cuentas no declaradas en Suiza y los Panamá Papers, entre otras) jugó la carta del juicio político, acusando a la presidenta de haber violado la Ley de Responsabilidad Fiscal y la de presupuesto por firmar tres decretos que adelantaban dinero del presupuesto a la Policía Federal, la Justicia Laboral y el Ministerio de Educación, además de usar fondos de bancos públicos para subsidiar un plan agrícola (“Zafra 2015”).
La maniobra fiscal es habitual en la democracia brasileña, tanto que según el diario Folha de San Pablo, los municipios utilizan el mismo mecanismo para alcanzar las metas fiscales. Así lo hicieron, por ejemplo, Goiás, Río de Janeiro, Río Grande y San Pablo. En eso se basa el argumento que sostiene que lo que está sucediendo en Brasil no es ni más ni menos que un golpe institucional.
Mientras tanto y aunque la cobertura mediática se concentra en el PT, las denuncias de corrupción salpican a todo el mundo político, incluso a cada uno de los hombres que siguen a Temer en la cadena sucesoria. Los datos de la ONG Transparencia Brasil son contundentes: el 55% de los senadores y el 53% de los diputados fueron citados por la justicia al menos una vez en sus vidas. El MBL emerge del agotamiento de este modelo de representación y pretende ser su solución.
La crisis política en Brasil es más grande que la crisis del PT. El que está contra las cuerdas es el “presidencialismo de coalición”, el sistema político nacido luego de la dictadura que promueve un congreso pulverizado. En el país existen 35 partidos y 28 tienen representación parlamentaria. En un sistema hiper fragmentado, las mayorías son difíciles de conseguir: sumando a los tres partidos más grandes, se llega apenas a 190 diputados de los 513, algo más de un tercio. El disparador de las tramas detrás de los escándalos de corrupción -como el Mensalao de 2005 o la operación Lava Jato hoy- suelen estar relacionados con la búsqueda por construir mayorías. Es plata oscura para “la política”; son fondos inconfesables para conseguir votos y leyes. La situación es tan dramática que hasta el príncipe Don João de Orleans e Bragança -tataranieto del último del emperador Pedro II (1825-1891)- sugirió que Brasil debería dejar de ser un democracia para dar lugar a una monarquía constitucional como en Gran Bretaña o Suecia.
Una de las paredes de la ex oficina del MBL en San Pablo tiene un pizarrón. Arriba de todo puede leerse “golpe final” y al lado hay una fecha: 17 de abril de 2016. Ese fue el día en que los diputados brasileños votaron a favor del juicio político. La sesión fue un show que se transmitió por todos los canales. El clima era de cancha y los legisladores, estrellas por un día, mandaron saludos a sus familias, evocaron a Dios y a los militares.
Casi ninguno habló de las pedaladas. Esa fue la gran batalla porque se descontaba que la mayoría simple en el senado sería fácil, cosa que efectivamente sucedió el 12 de mayo. Por 55 a 22 votos, al día siguiente la presidenta se despidió del Palacio de la Alvorada en Brasilia. Ese día el MBL, otras organizaciones, y ciudadanos independientes festejaron en el escenario que montó la Federación de Industriales de San Pablo (FIESP) sobre la lujosa avenida paulista.

El MBL dobla la apuesta

“Los partidos son leyendas, no tienen programa. No son más que una estructura burocrática”, dice Kataguiri. Pero lejos de huirle al sistema político al que critica, el MBL dobla la apuesta. El domingo 2 de octubre los brasileños irán a las urnas a renovar sus alcaldías. Habrá 475 mil candidatos de 35 partidos proponiéndose para alcaldes, vicealcaldes y concejales.
El MBL, de la mano de quince partidos -el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el Partido Social Cristiano (PSC), Demócratas (DEM), entre otros- van a presentar 45 candidatos para concejales en todo el país (Foz do Iguaçu, Florianópolis, Porto Alegre, San Pablo, Niterói, entre otros). Es, dicen, una organización “suprapartidaria”, como la evangélica. Y ya han acordado con los partidos aliados que harán campaña solo por sus candidatos y con estética y discurso propio. La negociación no fue sencilla, reconocen, pero en definitiva es una ecuación ganar-ganar. Ellos debutarán en la política formal con bancas y sus socios se oxigenarán, en medio de la potente crisis de representación.
La jugada es posible porque el sistema político está organizado de modo tal que se votan personas y no partidos. para explicar los absurdos a los que puede conducir esta mecánica, se puede mencionar a Romario y Bebeto (ex estrellas del fútbol convertidas en senador y diputado respectivamente) y al ejemplo perfecto: el payaso Tiririca. Cuando en 2010 el famosísimo comediante brasileño se postuló para diputado, parecía un chiste. “Vote a Tiririca, pior do que esta, nao fica” (Vote a Tiririca, peor de lo que está, imposible), decía uno de sus tantos delirantes spots. Funcionó. Con más de un millón de votos en San Pablo fue el candidato más votado.
Bernardo Sampaio es miembro del MBL y precandidato a concejal, con el sello del PSDB, por Niteroi. Según el censo de 2010, se trata del municipio más rico del país. La renta per cápita es de 2031 reales (unos 615 dólares) mientras que en el más pobre (Belágua) es de 146 reales (44 dólares). Llegó a la entrevista en moto (trabaja en la concesionaria de su padre). Es un economista que ronda los 40 años y que en 2014 hizo campaña por Neves. Conoce al dueño del elegante restaurante en el que conversamos y habla mirando hacia la Costa turquesa.
Ya hace casi dos semanas que el parlamento brasileño apartó a la presidenta. “Cuantas más cosas querés controlar, menos éxito vas a tener. Por eso en el sector privado existe la tercerización”, dice. Y después critica los impuestos, dice que el Iphone en Brasil es el más caro del mundo, afirma que no existe tal cosa como el mercado nacional porque siempre es internacional, propone educación financiera en las escuelas primarias y no sabe quién fue el rey neoliberal y ex presidente argentino Carlos Menem.
Sobre el aborto es más cauto: “Es una responsabilidad muy grande. Hoy el brasileño no puede hacerse cargo ni de sí mismo. En 100 ó 120 años se le podría dar esa responsabilidad.”
El liberalismo en su dimensión social es una cuestión espinosa para el MBL. En un país con una importante bancada religiosa, tópicos como el aborto, la despenalización de las drogas o el matrimonio igualitario son electoralmente sensibles. Kataguiri, tal vez uno de los más jóvenes del movimiento, tiene una posición más abierta y dice defender el liberalismo “político, económico y social”.
Aunque en su conjunto el MBL es un movimiento joven, la edad también marca una grieta interna de acuerdo a sus trayectorias. Igual que Sampaio, Renan Santos -el armador de la organización- cruza la frontera de los 30 y está ligado al PSDB. Incluso tiene como estado civil en Facebook “en una relación seria con Fernando Henrique Cardoso”, dos veces presidente, lúcido sociólogo y tal vez el mejor cuadro de la derecha brasileña. Santos es huidizo y esquivo, quizá por la cantidad de denuncias en su contra: según UOL -uno de los sitios online más visitados en Brasil- tiene 16 acciones civiles y 45 demandas en el fuero laboral (algunas a su nombre, otras a nombre de las empresas que presidía). Esto lo convierte, junto con las dudas sobre cómo se financian, en uno de los puntos débiles del MBL frente a la opinión pública.
Un error sería creerles todo: que solo reciben dinero de donaciones de miembros, crowdfunding, acuerdos con comerciantes y empresarios, venta de camisetas, libros y tazas con el logo; o que no aceptan plata de partidos políticos, funcionarios públicos ni empresas con concesiones de servicios públicos. Otro, hundirse en una convicción hiper paranoide y conspiracionista sobre que, en realidad, son un títere más montado por los Estados Unidos.
Antes de que MBL existiera, varios de los líderes del movimiento (Kataguiri, entre ellos) pertenecían a Estudiantes Pela Libertade, la versión local de Students for Liberty, una organización mundial que trabaja por la “libertad de la academia y de la sociedad” y que es (en parte) financiada y entrenada por Atlas Network, la mega red mundial de think tanks. Fue el propio director de Atlas, Alejandro Chafuen, quien reconoció en una entrevista con la periodista Marina Amaral de Agenda Pública que dan a Estudiantes Pela Libertade entrenamiento y apoyo financiero. También contó que su organización recibe el 0, de% de sus ingresos de manos de los hermanos Charles y David Koch. Según estimó el New Yorker, los magnates petroleros son los terceros más ricos de los Estados Unidos y entre 1998 y 2008 aportaron 196 millones de dólares para el desarrollo de políticas liberales en el mundo. El Tea Party fue uno de los grandes beneficiados.
Los jóvenes liberales decidieron abandonar el sello “Estudiantes por la Libertad” y usar la ‘marca’ MBL (hasta entonces tan solo una página de Facebook) justamente para despegarse. Aunque Kataguiri afirma que en la actualidad no tienen nada que ver, se juntan en las palestras que organizan los Institutos Liberal, Millenium, Ludwig von Mises Brasil o Liberal de São Paulo. Además, en una nota en el propio sitio de Atlas, la organización se relame públicamente por el papel que tuvo “Students for Liberty” durante las movilizaciones contra Dilma. Y usa como ilustración una foto del Kataguiri.

Midiendo la correlación de fuerzas

El 2 de Octubre Brasil tendrá que ir a las urnas. Será una elección municipal que sincere la correlación de fuerzas, con un PT herido y un nuevo oficialismo que según las encuestas tiene sólo un 14 por ciento de aprobación.
Temer junto a su gabinete de hombre blancos -literalmente- prometió que no será candidato en las presidenciales de 2018. A cambio, desde los diferentes rincones de la nueva alianza opositora ofrecen gobernabilidad y descartan un eventual adelantamiento de las elecciones, para lo cual haría falta una enmienda constitucional y mayorías en el atomizado congreso.
Adelantar las elecciones es la estrategia de un sector del PT. En una carta pública reciente Rousseff denunció lo que considera un golpe de estado y pidió convocar a un plebiscito apoyada en que los sondeos indican que el 53 por ciento de la población estaría de acuerdo con votar nuevamente.
El lunes 29 de agosto, durante su defensa en el tramo final del juicio político, Rousseff habló en persona ante la Cámara de Senadores que la estaba juzgando, acompañada del cantante Chico Buarque y el expresidente Luis Inacio Lula Da Silva. “No tengo cuentas en el exterior, no me enriquecí de dinero público (…) No lucho por mi mandato ni por vanidad ni por el poder. Lucho por la democracia.”, dijo. Al día siguiente la destituirían definitivamente.
En este espinoso escenario político y con un PBI que prevén se contraerá este 2016 un 3,5 por ciento, hará su debut electoral el MBL. Como argumenta Kataguiri, ellos son la oposición. Nacieron opositores al PT y nunca se jugaron por Temer ni por el PMDB. Ellos son, dicen, los grandes protagonistas del proceso que movilizó a millones en todo el país, como nunca en la historia.
Los partidos serían así un sello sin mayores utilidades y su marcha del 15 de marzo de 2015 debe ser considerada “el mito fundante del liberalismo en Brasil”. Para la izquierda el MBL es artificial: “No tienen base social ni capilaridad”, dice Wyllys. No fueron ellos los que llevaron a la gente a la calle, fueron los medios”. Joaquín Pinheiro, de la mesa nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, MST, los acusa de ser financiados por la CIA: “Es parte de un aparato que se ha montado en varios países y que movilizan en las redes sociales, a las que quien tiene acceso es la clase media”.
Para la región, el giro de Brasil resultó drástico. La Unasur y la OEA callaron. Los mandatarios de Bolivia, Ecuador, Venezuela y Nicaragua denunciaron que se trata de un golpe, pero no fue suficiente para hacer temblar al incipiente régimen. Mauricio Macri, presidente de Argentina, saludó desde el silencio el proceso y evitó cualquier comentario que pudiera erosionar la relación con el nuevo gobierno, aliado necesario para el acercamiento a la Alianza del Pacífico y el ansiado Tratado de Libre Comercio entre el Mercosur y la Unión Europea. Algunos hablan de una “inflexión histórica” en Sudamérica y del inicio de la “restauración conservadora” que empezó en Argentina, sigue en Brasil y mira con ganas a Venezuela.
Serán las urnas las que decidan qué rol tiene cada cual en este nuevo Brasil.

*Periodistas. Texto publicado originalmente en CIP Americas