Por Diego González y Julia Muriel Dominzain*
El Movimiento Brasil Libre fue uno de los grupos encargados de
convocar las masivas movilizaciones pro impeachment contra Dilma
Rousseff. A menos de un mes de que Michel Temer se convierta en
Presidente oficialmente, estos jóvenes de entre 17 y 30 años se animan a
apostar a las elecciones municipales del 2 de octubre.
Nacieron en medio de la crisis política brasileña, bregan por un
‘liberalismo a ultranza’ (“Menos Marx, más Mises”) y crearon una
“estructura suprapartidaria”. Presentarán más de 40 candidatos mediante
15 partidos. ¿Quiénes son? ¿Qué sueñan? ¿Qué intereses representan?
¿Contra qué pelean?
*********
Las propuestas del Movimiento Brasil Libre (MBL) quedaron acordadas
desde noviembre de 2015, cuando hicieron su primer (y por ahora único)
congreso en San Pablo. Se reunieron los cerca de doscientos líderes
nacionales e invitaron especialistas en seguridad pública, educación,
movilidad urbana. De allí nació la plataforma en la que piden el fin de
la función social de la propiedad porque -afirman- “la propiedad privada
no puede ser relativizada”.
También proponen la legalización del “home schooling” (educación
básica en casa), la reducción de los impuestos a la escuela privada, el
fin de la Ley de Incentivo a la Cultura (sancionada en 1991 por Fernando
Collor de Mello), simplificar el sistema tributario y que, a largo
plazo, todos los bancos sean privatizados. También bregan por la
“inserción plena” de la economía brasilera en el mundo y la búsqueda de
acuerdos de comercio con las “áreas económicas relevantes, Estados
Unidos, la Unión Europea y Asia”. Con todo eso, muchos “memes” y
bastante de redes sociales, enfrentarán las elecciones municipales de
octubre, que serán un gran termómetro para ver por dónde saldrán los
brasileños de la crisis política.
Para rastrear los orígenes del MBL hay que remontarse a noviembre de
2014, cuando convocaron su primera protesta en el contexto del escándalo
por la operación anticorrupción conocida como ‘Lava jato’, un proceso
que había arrancado a mediados de 2013 y que dejó al descubierto un
entramado de plata sucia que une a grandes empresas constructoras, la
petrolera estatal Petrobras y casi todo el arco político. El caso
prendió en la opinión pública sobre el suelo fértil de las dificultades
económicas y una profunda crisis de representatividad. Los medios
hablaban constantemente de corrupción y apuntaban contra el PT. Los
brasileños respondían saliendo a las calles. Las convocatorias se
volvían cada día más masivas y, en medio de este escenario, el MBL se
convertía en el organizador del descontento.
La gran paradoja es que, para comienzos de 2013, Brasil parecía estar
en la cresta de la ola. Lo habían elegido sede del Mundial de Fútbol y
de los Juegos Olímpicos. Según datos del Instituto de Geografía
Estadística brasileño, el Producto Bruto Interno (PBI) crecía desde el
primer año de gestión de Luiz Inácio Lula da Silva: 5.8 en 2004, 3.2 en
2005, 4 en 2006, 6.1 en 2007, 5.1 en 2008. Salvo una baja en 2009
-producto de la crisis internacional- el país no paraba de crecer. La
desigualdad disminuía según el índice de Gini: pasó de 0,58 en 2002 a
0,51 en 2014. Treinta y seis millones de brasileños salían de la pobreza
y la revista inglesa The Economist ponía en tapa al milagro brasileño
con el título “Brasil despega” y una ilustración del Cristo Redentor
levantando vuelo como un cohete.
Pero en 2013 y 2014 el país creció un poco menos (3.0 y 1.0
respectivamente) y las calles estallaron periódicamente. Las primeras
movilizaciones, en medio de la Copa de las Confederaciones, fueron
convocadas por el Movimiento Passe Livre para frenar un aumento de 10
centavos de dólar del transporte. Las siguientes fueron una catarata y
con el correr de los meses fue cambiando la composición social de los
que asistían, tanto como las consignas. Las primeras eran por izquierda y
pedían más Estado (motorizadas por grupos anarquistas como los black
blocs, querían que no se pasara por encima a las favelas para armar la
infraestructura del mundial y que el transporte fuera gratis), pero las
que vinieron después viraron hacia la derecha. “Intervención militar
ya”, “Mi esperanza está en Dios y en los verdaderos militares de
derecha”, “Lucho por el fin de la democracia”, “Basta de Paulo Freire”,
“Privaticen más”, decían algunos de los carteles.
Con un estado de movilización latente y demandas insatisfechas
cruzadas, el 26 de octubre de 2014 Rousseff fue reelecta en un triunfo
ajustado por balotaje (obtuvo 51.6 contra el 48.3 del Aécio Neves del
Partido de la Social Democracia Brasileña PSDB). Después de su cuarta
derrota electoral presidencial consecutiva, la oposición decidió apostar
todo al nuevo fenómeno popular: los indignados en las calles cuyos
reclamos eran canalizados por los movimientos online. Esa es la historia
de Revoltados Online, de Vem Pra Rua y del propio MBL. Las marchas eran
cada vez más frecuentes y concurridas: 14 de noviembre, el 6 de
diciembre de 2014, el 15 de marzo de, 12 de abril, 16 de agosto de 2015 y
el histórico 13 de marzo de este año que, con más de 6 millones de
manifestantes en todo el país. Esa, según los organizadores, fue la
mayor movilización de la historia de Brasil.
Los nuevos líderes
Para pertenecer al MBL hay que cumplir al menos dos requisitos. La
primera es apoyar el proceso de impeachment contra Rousseff y tener un
“posicionamiento incisivo” contra el PT. Así lo define Kim Kataguiri,
una de las caras más visibles del movimiento. La segunda es asumirse un
liberal duro -como ya casi no existe en el mundo-, lo cual supone citar
regularmente a Friedrich Hayek y Ludwig von Mises, fundadores de la
escuela económica austríaca de la década del ‘70.
“El liberalismo es una filosofía política que defiende la libertad
individual, la iniciativa privada y limita la intervención del Estado y
de los poderes públicos en la vida social, económica y cultural”. Así lo
define Wikipedia. Fernando Holiday, para inseparable de Kataguiri, lo
explica así: “El Estado, al ser tan grande, perjudica a los más
humildes. Ellos sufren la burocracia y los impuestos en el salario. Si
todo ese dinero dejase de pasar por el Estado, sería mucho mejor”.
Holiday es precandidato a concejal en San Pablo. Tiene 19 años. Nació en
Caracuíba, un municipio en las afueras de la ciudad. Su mamá es
empleada de limpieza y su papá, mozo. Es negro y se hizo famoso después
de subir a YouTube un video criticando la cuota racial para el ingreso a
la universidad que funciona en Brasil. “Me incomodaba ganar algún
beneficio por ser negro”, dice. El clip tuvo más de 140 mil visitas,
pero algunos dicen que la viralización no fue “natural” y que el joven
ya estaba siendo producido por el MBL.
-¿Por qué el negro pobre recibe más beneficios que el blanco pobre?
-Ah! ¡Ya entendí! El gobierno quiere decir que el negro es más burro que el blanco…
Así se preguntaba y se respondía Holiday en el compilado de menos de
tres minutos. Tiene una sonrisa infinita y un carisma excepcional. Lo
sabe y lo usa. Por YouTube es un fuego. Sobre un escenario, arrasa, se
mueve, hipnotiza como un pastor. No es raro en un país que tiene una
potente bancada evangélica que cruza casi todos los partidos.
Kataguiri es más reservado. Tiene rasgos orientales y una mirada
firme. Estudia economía, saca notas brillantes, escribe en el diario
Folha de San Pablo y es uno de los treinta jóvenes más influyentes del
mundo según la revista Times. Pareciera que, detrás de la pupila,
llevara una calculadora científica, un metro y una lupa para medir cada
pregunta. Sus respuestas no son automáticas ni impulsivas ni
desbordadas. El joven de veinte años elonga, cruza las piernas arriba
del sillón, mira al horizonte, se acaricia la pera y se toma -siempre-
unos segundos antes de hablar.
-¿Ustedes son de derecha?
-Acá en Brasil decir “derecha” es complicado. Si el término
significara defender el liberalismo económico y social, sí. Pero el
discurso hegemónico del gobierno fue durante muchos años el mismo: si
uno no apoya al gobierno, es de derecha, y si es de derecha, apoya el
gobierno militar. Pero los militares fueron igual de desarrollistas que
Lula y Dilma.
La crisis política
El MBL pretende refundar el sistema político. O al menos pararse
sobre sus cenizas. Su propuesta innovadora es el liberalismo, algo que
-según ellos- nunca existió en el país. No lo fue la dictadura, ni los
gobiernos ni las oposiciones desde el retorno a la democracia. El propio
Lula señaló durante su mandato la satisfacción que le producía que
todos los partidos se ubicaran – al menos desde sus siglas – en la
centroizquierda: el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el
Partido Social Cristiano (PSC), el Partido de Movimiento Democrático
Brasileño (PMDB), Partido de los Trabajadores (PT), Partido Progresista
(PP), Partido Socialista Brasileño (PSB), entre otros. Pero para el MBL
ni el golpe de estado que duró 21 años fue liberal.
Lo cierto es que la dictadura brasileña fue larga en comparación con
la argentina, uruguaya y chilena y mucho más proteccionista en lo
económico. En lo político, había solo dos partidos permitidos: Arena,
fiel a los militares y el Movimiento Democrático Brasileiro (MDB), que
representaba a la oposición tolerada. Con el retorno de la democracia,
el MDB se convirtió en Partido de Movimiento Democrático Brasileño
(PMDB) y aunque nunca ganó una elección presidencial directa siempre fue
gobierno. Es, de hecho, el partido al cual pertenece Michel Temer, el
actual presidente interino brasileño.
Temer llegó a la presidencia después de haber sido dos veces
vicepresidente de Rousseff. Su partido encerró al PT con su gran poder
territorial sumado a la conquista de posiciones claves en el ejecutivo y
el legislativo. Eduardo Cunha -pastor y hombre duro del PMDB- coordinó
el impeachment como presidente de la Cámara.
Investigado por varias denuncias de corrupción (cuentas no declaradas
en Suiza y los Panamá Papers, entre otras) jugó la carta del juicio
político, acusando a la presidenta de haber violado la Ley de
Responsabilidad Fiscal y la de presupuesto por firmar tres decretos que
adelantaban dinero del presupuesto a la Policía Federal, la Justicia
Laboral y el Ministerio de Educación, además de usar fondos de bancos
públicos para subsidiar un plan agrícola (“Zafra 2015”).
La maniobra fiscal es habitual en la democracia brasileña, tanto que
según el diario Folha de San Pablo, los municipios utilizan el mismo
mecanismo para alcanzar las metas fiscales. Así lo hicieron, por
ejemplo, Goiás, Río de Janeiro, Río Grande y San Pablo. En eso se basa
el argumento que sostiene que lo que está sucediendo en Brasil no es ni
más ni menos que un golpe institucional.
Mientras tanto y aunque la cobertura mediática se concentra en el PT,
las denuncias de corrupción salpican a todo el mundo político, incluso a
cada uno de los hombres que siguen a Temer en la cadena sucesoria. Los
datos de la ONG Transparencia Brasil son contundentes: el 55% de los
senadores y el 53% de los diputados fueron citados por la justicia al
menos una vez en sus vidas. El MBL emerge del agotamiento de este modelo
de representación y pretende ser su solución.
La crisis política en Brasil es más grande que la crisis del PT. El
que está contra las cuerdas es el “presidencialismo de coalición”, el
sistema político nacido luego de la dictadura que promueve un congreso
pulverizado. En el país existen 35 partidos y 28 tienen representación
parlamentaria. En un sistema hiper fragmentado, las mayorías son
difíciles de conseguir: sumando a los tres partidos más grandes, se
llega apenas a 190 diputados de los 513, algo más de un tercio. El
disparador de las tramas detrás de los escándalos de corrupción -como el
Mensalao de 2005 o la operación Lava Jato hoy- suelen estar
relacionados con la búsqueda por construir mayorías. Es plata oscura
para “la política”; son fondos inconfesables para conseguir votos y
leyes. La situación es tan dramática que hasta el príncipe Don João de
Orleans e Bragança -tataranieto del último del emperador Pedro II
(1825-1891)- sugirió que Brasil debería dejar de ser un democracia para
dar lugar a una monarquía constitucional como en Gran Bretaña o Suecia.
Una de las paredes de la ex oficina del MBL en San Pablo tiene un
pizarrón. Arriba de todo puede leerse “golpe final” y al lado hay una
fecha: 17 de abril de 2016. Ese fue el día en que los diputados
brasileños votaron a favor del juicio político. La sesión fue un show
que se transmitió por todos los canales. El clima era de cancha y los
legisladores, estrellas por un día, mandaron saludos a sus familias,
evocaron a Dios y a los militares.
Casi ninguno habló de las pedaladas. Esa fue la gran batalla porque
se descontaba que la mayoría simple en el senado sería fácil, cosa que
efectivamente sucedió el 12 de mayo. Por 55 a 22 votos, al día siguiente
la presidenta se despidió del Palacio de la Alvorada en Brasilia. Ese
día el MBL, otras organizaciones, y ciudadanos independientes festejaron
en el escenario que montó la Federación de Industriales de San Pablo
(FIESP) sobre la lujosa avenida paulista.
El MBL dobla la apuesta
“Los partidos son leyendas, no tienen programa. No son más que una
estructura burocrática”, dice Kataguiri. Pero lejos de huirle al sistema
político al que critica, el MBL dobla la apuesta. El domingo 2 de
octubre los brasileños irán a las urnas a renovar sus alcaldías. Habrá
475 mil candidatos de 35 partidos proponiéndose para alcaldes,
vicealcaldes y concejales.
El MBL, de la mano de quince partidos -el Partido de la Social
Democracia Brasileña (PSDB), el Partido Social Cristiano (PSC),
Demócratas (DEM), entre otros- van a presentar 45 candidatos para
concejales en todo el país (Foz do Iguaçu, Florianópolis, Porto Alegre,
San Pablo, Niterói, entre otros). Es, dicen, una organización
“suprapartidaria”, como la evangélica. Y ya han acordado con los
partidos aliados que harán campaña solo por sus candidatos y con
estética y discurso propio. La negociación no fue sencilla, reconocen,
pero en definitiva es una ecuación ganar-ganar. Ellos debutarán en la
política formal con bancas y sus socios se oxigenarán, en medio de la
potente crisis de representación.
La jugada es posible porque el sistema político está organizado de
modo tal que se votan personas y no partidos. para explicar los absurdos
a los que puede conducir esta mecánica, se puede mencionar a Romario y
Bebeto (ex estrellas del fútbol convertidas en senador y diputado
respectivamente) y al ejemplo perfecto: el payaso Tiririca. Cuando en
2010 el famosísimo comediante brasileño se postuló para diputado,
parecía un chiste. “Vote a Tiririca, pior do que esta, nao fica” (Vote a
Tiririca, peor de lo que está, imposible), decía uno de sus tantos
delirantes spots. Funcionó. Con más de un millón de votos en San Pablo
fue el candidato más votado.
Bernardo Sampaio es miembro del MBL y precandidato a concejal, con el
sello del PSDB, por Niteroi. Según el censo de 2010, se trata del
municipio más rico del país. La renta per cápita es de 2031 reales (unos
615 dólares) mientras que en el más pobre (Belágua) es de 146 reales
(44 dólares). Llegó a la entrevista en moto (trabaja en la concesionaria
de su padre). Es un economista que ronda los 40 años y que en 2014 hizo
campaña por Neves. Conoce al dueño del elegante restaurante en el que
conversamos y habla mirando hacia la Costa turquesa.
Ya hace casi dos semanas que el parlamento brasileño apartó a la
presidenta. “Cuantas más cosas querés controlar, menos éxito vas a
tener. Por eso en el sector privado existe la tercerización”, dice. Y
después critica los impuestos, dice que el Iphone en Brasil es el más
caro del mundo, afirma que no existe tal cosa como el mercado nacional
porque siempre es internacional, propone educación financiera en las
escuelas primarias y no sabe quién fue el rey neoliberal y ex presidente
argentino Carlos Menem.
Sobre el aborto es más cauto: “Es una responsabilidad muy grande. Hoy
el brasileño no puede hacerse cargo ni de sí mismo. En 100 ó 120 años
se le podría dar esa responsabilidad.”
El liberalismo en su dimensión social es una cuestión espinosa para
el MBL. En un país con una importante bancada religiosa, tópicos como el
aborto, la despenalización de las drogas o el matrimonio igualitario
son electoralmente sensibles. Kataguiri, tal vez uno de los más jóvenes
del movimiento, tiene una posición más abierta y dice defender el
liberalismo “político, económico y social”.
Aunque en su conjunto el MBL es un movimiento joven, la edad también
marca una grieta interna de acuerdo a sus trayectorias. Igual que
Sampaio, Renan Santos -el armador de la organización- cruza la frontera
de los 30 y está ligado al PSDB. Incluso tiene como estado civil en
Facebook “en una relación seria con Fernando Henrique Cardoso”, dos veces presidente, lúcido sociólogo y tal vez el mejor cuadro de
la derecha brasileña. Santos es huidizo y esquivo, quizá por la cantidad
de denuncias en su contra: según UOL -uno de los sitios online más
visitados en Brasil- tiene 16 acciones civiles y 45 demandas en el fuero
laboral (algunas a su nombre, otras a nombre de las empresas que
presidía). Esto lo convierte, junto con las dudas sobre cómo se
financian, en uno de los puntos débiles del MBL frente a la opinión
pública.
Un error sería creerles todo: que solo reciben dinero de donaciones
de miembros, crowdfunding, acuerdos con comerciantes y empresarios,
venta de camisetas, libros y tazas con el logo; o que no aceptan plata
de partidos políticos, funcionarios públicos ni empresas con concesiones
de servicios públicos. Otro, hundirse en una convicción hiper paranoide
y conspiracionista sobre que, en realidad, son un títere más montado
por los Estados Unidos.
Antes de que MBL existiera, varios de los líderes del movimiento
(Kataguiri, entre ellos) pertenecían a Estudiantes Pela Libertade, la
versión local de Students for Liberty, una organización mundial que
trabaja por la “libertad de la academia y de la sociedad” y que es (en
parte) financiada y entrenada por Atlas Network, la mega red mundial de
think tanks. Fue el propio director de Atlas, Alejandro Chafuen, quien
reconoció en una entrevista con la periodista Marina Amaral de Agenda
Pública que dan a Estudiantes Pela Libertade entrenamiento y apoyo
financiero. También contó que su organización recibe el 0, de% de sus
ingresos de manos de los hermanos Charles y David Koch. Según estimó el
New Yorker, los magnates petroleros son los terceros más ricos de los
Estados Unidos y entre 1998 y 2008 aportaron 196 millones de dólares
para el desarrollo de políticas liberales en el mundo. El Tea Party fue
uno de los grandes beneficiados.
Los jóvenes liberales decidieron abandonar el sello “Estudiantes por
la Libertad” y usar la ‘marca’ MBL (hasta entonces tan solo una página
de Facebook) justamente para despegarse. Aunque Kataguiri afirma que en
la actualidad no tienen nada que ver, se juntan en las palestras que
organizan los Institutos Liberal, Millenium, Ludwig von Mises Brasil o
Liberal de São Paulo. Además, en una nota en el propio sitio de Atlas,
la organización se relame públicamente por el papel que tuvo “Students
for Liberty” durante las movilizaciones contra Dilma. Y usa como
ilustración una foto del Kataguiri.
Midiendo la correlación de fuerzas
El 2 de Octubre Brasil tendrá que ir a las urnas. Será una elección
municipal que sincere la correlación de fuerzas, con un PT herido y un
nuevo oficialismo que según las encuestas tiene sólo un 14 por ciento de
aprobación.
Temer junto a su gabinete de hombre blancos -literalmente- prometió
que no será candidato en las presidenciales de 2018. A cambio, desde los
diferentes rincones de la nueva alianza opositora ofrecen
gobernabilidad y descartan un eventual adelantamiento de las elecciones,
para lo cual haría falta una enmienda constitucional y mayorías en el
atomizado congreso.
Adelantar las elecciones es la estrategia de un sector del PT. En una
carta pública reciente Rousseff denunció lo que considera un golpe de
estado y pidió convocar a un plebiscito apoyada en que los sondeos
indican que el 53 por ciento de la población estaría de acuerdo con
votar nuevamente.
El lunes 29 de agosto, durante su defensa en el tramo final del
juicio político, Rousseff habló en persona ante la Cámara de Senadores
que la estaba juzgando, acompañada del cantante Chico Buarque y el
expresidente Luis Inacio Lula Da Silva. “No tengo cuentas en el
exterior, no me enriquecí de dinero público (…) No lucho por mi mandato
ni por vanidad ni por el poder. Lucho por la democracia.”, dijo. Al día
siguiente la destituirían definitivamente.
En este espinoso escenario político y con un PBI que prevén se
contraerá este 2016 un 3,5 por ciento, hará su debut electoral el MBL.
Como argumenta Kataguiri, ellos son la oposición. Nacieron opositores al
PT y nunca se jugaron por Temer ni por el PMDB. Ellos son, dicen, los
grandes protagonistas del proceso que movilizó a millones en todo el
país, como nunca en la historia.
Los partidos serían así un sello sin mayores utilidades y su marcha
del 15 de marzo de 2015 debe ser considerada “el mito fundante del
liberalismo en Brasil”. Para la izquierda el MBL es artificial: “No
tienen base social ni capilaridad”, dice Wyllys. No fueron ellos los que
llevaron a la gente a la calle, fueron los medios”. Joaquín Pinheiro,
de la mesa nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin
Tierra, MST, los acusa de ser financiados por la CIA: “Es parte de un
aparato que se ha montado en varios países y que movilizan en las redes
sociales, a las que quien tiene acceso es la clase media”.
Para la región, el giro de Brasil resultó drástico. La Unasur y la
OEA callaron. Los mandatarios de Bolivia, Ecuador, Venezuela y Nicaragua
denunciaron que se trata de un golpe, pero no fue suficiente para hacer
temblar al incipiente régimen. Mauricio Macri, presidente de Argentina,
saludó desde el silencio el proceso y evitó cualquier comentario que
pudiera erosionar la relación con el nuevo gobierno, aliado necesario
para el acercamiento a la Alianza del Pacífico y el ansiado Tratado de
Libre Comercio entre el Mercosur y la Unión Europea. Algunos hablan de
una “inflexión histórica” en Sudamérica y del inicio de la “restauración
conservadora” que empezó en Argentina, sigue en Brasil y mira con ganas
a Venezuela.
Serán las urnas las que decidan qué rol tiene cada cual en este nuevo Brasil.
*Periodistas. Texto publicado originalmente en CIP Americas
Fuente: Pulso de los Pueblos